Si yo hubiese nacido en el seno de una familia adinerada, mis bromas hubieran sacudido todo el planeta.
Nací con la necesidad y capacidad de hacer bromas ya codificada en mi ADN. Las ideas para bromas venían a mi mente con una facilidad espantosa. Estaban las bromas planificadas y las inspiradas por las circunstancias correctas.
En República Dominicana existió hace muchos años una tienda de artículos para hacer bromas, con el nombre "La Casa de los Trucos." La primera vez que visité ese establecimiento, sentí que había llegado al lugar más maravilloso sobre la tierra. Tinta que desaparecía, bolígrafos que daban choques eléctricos, chicle (goma de mascar) picante, bombas de humo, jabón que ensuciaba las manos, etc. Uno de los artículos que compré ese día fue un "cubo de hielo" hecho de plástico con una mosca adentro. Perdí la cuenta de la cantidad de personas quienes me dedicaron las miradas más odiosas, al darse cuenta de que yo había sido el "graciosito" que les había arruinado la bebida.
Pero la verdad es que para hacer bromas yo no necesitaba más que mi imaginación, lo cual es evidente en algunas de las bromas que describo a continuación.
"La Sartén Diabólica"
Un día me escondí detrás de la nevera cuando mi abuela materna estaba calentando la sartén para freír algo. Armado con una jeringuilla, lancé un chorrito de agua que pasó por encima de mi abuela y aterrizó en la sartén. Inmediatamente se levantó de la misma una columna de vapor, acompañada del fuerte sonido del agua evaporándose. "Ayyyyyy, pero esta sartén se está volviendo loca," gritó mi abuela. Repetí la operación dos veces más, con divertidos resultados, y luego me retiré victorioso.
"La Silla Eléctrica"
En la galería de la casa de mis abuelos maternos las sillas eran de metal. Un día se me ocurrió que podría ser una buena idea electrificar una de las sillas mientras alguién estaba sentado en la misma. Afortunadamente, primero me decidí a hacer una prueba con la silla desocupada. Recuerdo un gran chispazo al enchufar el cable, y luego el vozarrón de mi abuelo gritando que la casa se había quedado sin electricidad. Esa fue mi señal para salir corriendo a esconderme hasta que pasara la "tormenta."
"Posesión Demoníaca Temporal 1 (PDT)."
Esto ocurrió cuando aún vivía con mi mamá. Estaba solo en el apartamento cuando se fue la luz (interrupción en el servicio eléctrico). Me fuí a la azotea para leer un poco. Cuando comenzó a oscurecer decidí regresar al 4to piso. Todo estaba oscuro pero la luz de la luna que entraba por las ventanas ayudaba un poco. Pude distinguir la figura de mi mamá abriendo la cerradura de la vivienda. Yo no sé qué espíritu demoníaco se apoderó de mi cuerpo en ese momento y me llevó a cambiar la voz y gritar, "Señora, esto es un asalto." Los gritos de mi mamá se oyeron a dos cuadras de distancia y me tomó un buen rato calmarla.
"Un Cadaver en la Oficina"
En un lugar que yo trabajaba, tenía en una de las gavetas de mi escritorio el "cadaver" de un escarabajo bien grande, que había encontrado cerca de la oficina. Un día me llamó la atención la rapidez con que una de las jovenes en el departamento, agrupaba documentos usando clips (sujetapapeles), los cuales sacaba de un dispensador sin quitar la vista de los papeles que sostenía. Nuevamente los engranajes de mi mente comenzaron a girar rápidamente, hasta que surgió la idea de colocar el escarabajo dentro del recipiente de los clips, antes de que la oficinista comenzara su rutina de trabajo. Aún recuerdo todas las veces que sus dedos tocaron el escarabajo y ella sencillamente lo echaba a un lado. Pero llegó un momento en que la textura del exoesqueleto del insecto le llamó la atención, e hizo que dirigiera la mirada al recipiente. Como consecuencia del grito de mi compañera de trabajo, mi jefe tuvo una larga charla conmigo sobre dejar mi sentido del humor en la casa.
Hasta aquí llega la primera entrega de este artículo. La próxima semana viene la segunda y última parte.☼
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Alex Guerrero es un creador de contenido que vive en Lawrence, Kansas. Considera que la pizza de piña sólo debería ser usada como repelente de tiburones y que el chocolate nunca falla en hacer felices a las papilas gustativas.
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